domingo, mayo 15, 2005

Una noche cualquiera de Mayo

Era sábado por la mañana, los planes de aquel día prometían, 16 personas haciendo una barbacoa en un chalet vacio, la carretera que les llevaba a su destino estaba llena de curvas, las mismas curvas que hacían subir y bajar sus vidas.

En un twingo 4 chicas evitaron esas curvas, no querían asumir los vaivenes de la vida o tal vez nadie las avisó cual era su camino? Tuvieron que ser rescatadas, aunque su recorrido aun siendo el equivocado llevaba al mismo sitio, este era un camino con menos curvas, a todos nos gustaría llevar nuestra vida por un camino más fácil, pero ellas tampoco querían engañarse.

La mañana y la tarde transcurrieron tranquilas, entre risas, charlas, el calimotxo por el suelo, el resto, el que había logrado sobrevivir a sus envestidas recorría sus venas.

Aquel chalet aunque bonito, era totalmente desconocido para ellos, no sabían que podían encontrarse tras los rincones, que podía pasar al cruzar las puertas, ellos no lo sabían pero el miedo comenzaba a llenar el ambiente.

La tarde se pasó lentamente, inspiraban cada segundo y lo aguantaban dentro de ellos para no olvidar esos momentos.

Un juego de preguntas y respuestas, hay quien en la vida tiene respuestas para todo y otros quienes ni siquiera conocen el significado de la pregunta.

En un rincón alguien ocultaba su miedo bajo una capucha, el resto intentaba ahogarlo con los medios que encontraban a su alcance.

Unos iban y otros venían, los golpes en la puerta les indicaban que algún alma había decidido volver con ellos.

Poco a poco fueron desapareciendo, la idea de pasar la noche allí no entraba en sus planes.

En un principio sólo 7 valientes decidieron pasar allí la noche, tras la tranquilidad de una película dos de ellas no aguantaron y decidieron marchar como el resto, entonces sólo quedaron 5, seguramente no eran las más valientes a primera vista, pero los hechos nos dicen lo contrario.

Era una noche cualquiera de Mayo, en un chalet perdido de la mano de Dios, 5 chicas pasaban las horas, mientras unas acababan con todas las existencias de vino del país, otra agotaba la batería del móvil, otra hacía que dormía, otra limpiaba un saco manchado por las inclemencias metereológicas producidas por una risa incontrolable.

Era una noche fría, las 5 solas en una habitación, el viento soplaba y la lluvia golpeaba las persianas, o tal vez era el riego automático programado para funcionar a esas horas, ninguna se atrevía a preguntarlo y menos a asegurarse, mientras se miraban las unas a las otras pensando – Que está pasando!!! –.

Una discusión de madrugada – hazte un peta tiaaaa – era lo único que rompía el silencio de aquella habitación inanimada.

La luz de un mechero era la única luz que brillaba en aquella oscuridad que envolvía la habitación.

El espíritu de Chenoa estaba en aquella habitación, todas lo notaban.

De repente una voz sonó en cada uno de los rincones, una canción sonaba en sus oidos, no podían reconocer bien de que parte de la habitación provenía, era una voz dulce, conocida, inspiraba paz y calma, a la par que tristeza.

Unos pasos se escucharon y todas se miraron, había alguien más allí con ellas? Tal vez el espíritu de Chenoa?

El humo de los porros producía sombras en la pared, unos pasos se escuchaban cada vez más fuerte y cerca.

Un teléfono sonó, se levantó y salió de la habitación, hablaba tranquilamente sin imaginar lo que podía estar pasando y sin esperar lo que iba a ocurrir aquella noche.

Mantas y sacos tirados por la habitación, el suelo pegajoso por el calimotxo vertido, cenizas y migas esparcidas.

Solo las bromas de madrugada les tranquilizaban y les hacían olvidar lo que verdaderamente estaba pasando por sus mentes… - háblame a la mano que tengo las orejas sucias –

Bueno ahora escribe una chica llamada Tanya o tranusca jejeje vaya pedo nos estamos pillando. Aquí seguimos todas de pedo unas hablando por telefono otras bebiendo y fumando petas pero… todas riendonos y disfrutando de la noxe me despido con un saludo enorme para todos los leyentes.

El reloj marcaba las 4 en punto, el cansancio ya era notorio, sus ojos se cerraban, no sabían si era efecto del humo o el estado de embriaguez, pero se resistían a cerrarlos, el simple hecho de no ver que sucedía a su alrededor les aterrorizaba y trataban de mantenerlos tan abiertos como su estado les permitiese.

Pero el sueño era más poderoso que el miedo y fueron cayendo una a una, las dos últimas en caer fueron aquella que intentaba traspasar su miedo a través de un teléfono y la que se escondía tras la capucha, mientras se resistían escuchaban el respirar de las otras tres.

La noche se hizo eterna, dormir en el suelo, con los cojines de un sofá como colchones era lo de menos, el viento fuera y la respiración se entremezclaban, no podía distinguir ya la una de la otra.

Los sonidos de los móviles les despertaron una a una la mañana siguiente, todo había pasado, pero después de aquella noche nada volvería a ser igual para ellas, lo que pasó sólo ellas lo saben, lo que paso por sus cabezas aquella noche, sus pensamientos, nunca se conocerán.

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